Gabinete de Orientación e Intervención Psicopedagógica dedicado a :

* Dificultades de aprendizaje(dislalias, dislexias, discalculias, disgrafías, etc).
* TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad.
* Habilidades sociales.
* Técnicas de estudio y afrontamiento ante los exámenes.

Contactar en: 625 171273




lunes, 10 de febrero de 2014

En busca de la memoria

Os recomiendo este estupendo libro del Premio Nobel Eric Kandel: En busca de la memoria. El nacimiento de una nueva ciencia de la mente. Un magnifico tónico para seguir estimulando la inquietud por comprender y conocer nuestra mente y comportamiento.


(Un fragmento), extraido de katz editores.

1. La memoria individual y la biología del almacenamiento de los recuerdos

Siempre me intrigó la memoria. Es increíble: recordamos a voluntad el primer día de clases en la escuela secundaria, la primera cita, el primer amor, y al hacerlo, no recobramos el mero suceso: también vuelven a nosotros el clima del momento, el panorama, los sonidos, los olores, el entorno social. Recordamos la hora, las conversaciones que se entablaron, la atmósfera emotiva en que todo transcurrió. Recordar el pasado es una manera de viajar en el tiempo; nos libera de los límites espaciales y temporales, y nos permite ir y venir sin ataduras recorriendo dimensiones muy diferentes.
[...]
No es fácil descubrir las raíces infantiles y juveniles de los complejos intereses y las acciones propios de la vida adulta. Así y todo, no puedo dejar de vincular mi posterior interés en la mente -en el comportamiento de las personas, el carácter imprevisible de sus motivaciones y la persistencia de los recuerdos- con ese último año en Viena. Después del Holocausto, uno de los lemas de los judíos fue "no olvidar jamás", exhortación a las futuras generaciones para que mantengan la vigilancia contra el antisemitismo, el racismo, el odio y las diversas actitudes mentales que allanaron el camino a las atrocidades cometidas por los nazis. Mi trabajo científico está dedicado a investigar los fundamentos biológicos de ese lema: los procesos cerebrales que nos permiten recordar.
[...]
La revolución que cautivó mi imaginación cuando era estudiante transformó la biología, que, de ser una disciplina primordialmente descriptiva, se convirtió en una ciencia coherente, sólidamente anclada en la genética y la bioquímica. Antes de la aparición de la biología molecular, había tres ideas preponderantes en el campo biológico: la evolución darwiniana, según la cual los seres humanos y el resto de los animales son producto de una evolución a partir de antepasados más simples y muy distintos; los fundamentos genéticos de la herencia de los rasgos corporales y mentales, y la teoría de que la célula es la unidad fundamental de todos los seres vivos. La biología molecular permitió unir esas tres ideas estudiando la acción de los genes y las proteínas en una célula individual. Así, se reconoció que el gen es la unidad de la herencia, fuerza que impulsa el cambio evolutivo, y que los productos determinados por los genes -las proteínas- son los elementos de las funciones celulares. Mediante el análisis de los elementos fundamentales de los procesos de la vida, la biología molecular reveló lo que todas las formas vivas tienen en común. Puesto que afecta directamente nuestra vida cotidiana, la biología celular es una disciplina que convoca nuestro interés aun más que la mecánica cuántica y la cosmología, disciplinas científicas que también pasaron por una revolución radical en el siglo XX. Apunta al núcleo mismo de nuestra identidad, nos dice quiénes somos.
En los cincuenta años de mi carrera profesional, fue naciendo este nuevo campo de la biología mental. Los primeros pasos datan de la década de 1960, cuando se unieron la filosofía del espíritu, la psicología conductista (estudio del comportamiento simple en animales experimentales) y la psicología cognitiva (estudio de fenómenos mentales complejos en seres humanos) para dar origen a la psicología cognitiva moderna. Esta nueva disciplina procuraba hallar elementos comunes en los complejos procesos mentales de los animales, desde los ratones hasta los monos y los hombres. Se trataba de un enfoque que se amplió luego para abarcar también a invertebrados, como los caracoles, las abejas y las moscas. La psicología cognitiva moderna era rigurosa en el plano experimental y tenía un fundamento muy amplio. Investigaba una franja del comportamiento que iba desde los reflejos simples en los invertebrados hasta los procesos mentales superiores de los hombres, como la atención, la conciencia y el libre albedrío, preocupaciones tradicionales del psicoanálisis.
En la década de 1970, la psicología cognitiva, ciencia de la mente, se fusionó con la neurociencia, disciplina que estudiaba el cerebro, para formar la neurociencia cognitiva, rama de la ciencia que aportó a la moderna psicología cognitiva métodos biológicos para estudiar los procesos mentales. En la década de 1980, la neurociencia cognitiva cobró enorme impulso con las técnicas que permitían obtener imágenes del cerebro y que convertían en realidad el antiguo sueño de atisbar el interior del cerebro humano y observar la actividad de diversas regiones, mientras los sujetos llevaban a cabo funciones mentales superiores como percibir una imagen visual, pensar en una ruta en el espacio o iniciar una acción voluntaria. En estas técnicas se miden índices de la actividad cerebral: la tomografía por emisión de positrones (PET) mide el consumo de energía por parte del cerebro; la resonancia magnética nuclear mide el consumo de oxígeno. A principios de la década de 1980, la neurociencia cognitiva incorporó las técnicas de la biología molecular, lo que dio origen a una nueva ciencia de la mente -la biología molecular de la cognición- que nos ha permitido estudiar a escala molecular cómo pensamos, sentimos, aprendemos y recordamos.


Toda revolución tiene raíces en el pasado, y la que culminó en la formación de la nueva ciencia de la mente no es una excepción. Si bien el papel crucial que desempeña la biología en el estudio de los procesos mentales era nuevo, la capacidad de la biología para influir en nuestra manera de vernos no lo era. A mediados del siglo XIX, Charles Darwin dijo que no fuimos creados en un acto único sino que evolucionamos a partir de antepasados animales. Es más, sostuvo que toda forma viviente se remonta a un antepasado común, que dio origen a la vida. También propuso una idea aun más audaz: que la fuerza que impulsa la evolución no responde a un propósito consciente, inteligente o divino, sino que constituye un proceso "ciego" de selección natural, procedimiento totalmente mecánico de selección por medio de pruebas y errores, que se fundamenta en las variaciones hereditarias.
Las ideas de Darwin impugnaban directamente las enseñanzas de la mayoría de las religiones. Como el anhelo histórico de la biología había consistido en explicar el diseño divino de la naturaleza, sus teorías rompieron el lazo histórico entre la religión y la biología. Con el tiempo, la biología moderna habría de proponer que los seres vivos, con toda su belleza e infinita diversidad, son meros productos de las combinaciones de bases de nucleótidos, elementos constitutivos del código genético en el ADN. A lo largo de millones de años, las combinaciones existentes hoy fueron "seleccionadas", por así decirlo, en virtud del éxito reproductivo que aseguraban en el curso de la proverbial lucha de los organismos por la supervivencia.
La nueva biología mental es, en potencia, más perturbadora aun, pues sugiere que no sólo el cuerpo, sino la mente y las moléculas específicas que intervienen en los procesos mentales superiores -la conciencia de sí y de los otros, del pasado y del futuro- evolucionaron a su vez desde la época de nuestros antepasados. Además, esta nueva biología postula que la conciencia es un proceso biológico que, a su debido tiempo, podrá explicarse en términos de vías de señalización moleculares utilizadas por poblaciones de células nerviosas que interactúan entre sí.
La mayoría de nosotros acepta los frutos de la investigación científica experimental si se aplican a otras partes del cuerpo. Por ejemplo, no nos sentimos incómodos por saber que el corazón no es la sede de las emociones y que sólo es un órgano muscular que bombea sangre en el sistema circulatorio. Sin embargo, para algunas personas la idea de que la mente y el espíritu del hombre provienen de un órgano físico -el cerebro- resulta novedosa y alarmante. No pueden creer que el cerebro es un órgano de cómputo que procesa información, cuyo extraordinario poder no radica en su misterio sino en su complejidad: la enorme cantidad de células nerviosas que contiene, su diversidad, y sus múltiples interacciones.
Para los biólogos que estudian el cerebro, la belleza de la mente no se amengua cuando se aplican métodos experimentales para estudiar el comportamiento humano. Además, ninguno de ellos teme que se trivialice la concepción que se tiene de la mente por obra de un análisis reduccionista que determine los componentes y las actividades del cerebro. Por el contrario, la mayoría de los hombres de ciencia creen que los estudios biológicos probablemente aumenten nuestro respeto por la potencia y la complejidad de la mente.
De hecho, al haber unificado la psicología conductista y la cognitiva, la neurociencia y la biología molecular, esta nueva ciencia de la mente puede abordar cuestiones filosóficas con las que los pensadores más eminentes han lidiado durante milenios. ¿Cómo adquiere la mente el conocimiento sobre el mundo? ¿Qué proporción de ella se hereda? ¿Nos imponen las funciones mentales innatas una manera fija de experimentar el mundo? ¿Qué cambios físicos se producen en el cerebro cuando aprendemos y recordamos? ¿Cómo es que una experiencia que dura unos minutos se transforma en un recuerdo que dura toda la vida? Estos interrogantes ya no son terreno de especulaciones metafísicas sino fértiles áreas de investigación experimental.


Los aportes de la nueva ciencia de la mente se manifiestan plenamente en la actual comprensión de los mecanismos moleculares que utiliza el cerebro para almacenar los recuerdos. La memoria -capacidad de adquirir y almacenar información sumamente diversa, desde las nimiedades de la vida cotidiana hasta las complejas abstracciones de la geografía y del álgebra- es uno de los aspectos más notables del comportamiento humano. Nos permite resolver problemas que afrontamos a diario evocando simultáneamente varios hechos a la vez, cosa vital para la resolución de problemas. En un sentido más amplio, confiere continuidad a nuestra vida: nos brinda una imagen coherente del pasado que pone en perspectiva la experiencia actual. Esa imagen puede no ser racional ni precisa, pero es persistente. Sin la fuerza cohesiva de la memoria, la experiencia se escindiría en tantos fragmentos como instantes hay en la vida, y sin el viaje en el tiempo que nos permite hacer la memoria, no tendríamos conciencia de nuestra historia personal ni manera de recordar las alegrías que son los luminosos mojones de la vida. Somos quienes somos por obra de lo que aprendemos y de lo que recordamos.
Los procesos de la memoria nos son más útiles si podemos recordar rápidamente los sucesos felices y atenuar el impacto emocional de los acontecimientos traumáticos y de las decepciones. A veces, no obstante, los recuerdos horrorosos persisten y arruinan la vida, como ocurre en el caso del estrés postraumático, perturbación que afecta a algunas personas que sufrieron en forma directa acontecimientos terribles como el Holocausto, la guerra, violaciones o catástrofes naturales.
La memoria no sólo es esencial para la continuidad de la identidad sino para la transmisión de la cultura, la evolución y la continuidad de las sociedades a lo largo de las centurias. Aunque el tamaño y la estructura del cerebro humano no se han modificado desde la aparición del Homo sapiens en África oriental hace unos 150.000 años, la capacidad de aprendizaje de los individuos y su memoria histórica se han incrementado a lo largo de los siglos en virtud del conocimiento compartido, es decir, mediante la transmisión de la cultura. La evolución cultural, modo de adaptación que no es biológico, obra en paralelo con la evolución biológica como medio de transmisión del conocimiento del pasado y como comportamiento adaptativo a lo largo de las generaciones. Desde la antigüedad hasta nuestros días, todas las hazañas humanas fueron producto de una memoria compartida que se acumuló durante siglos, fuera mediante registros escritos o a través de una tradición oral conservada con esmero.
Así como la memoria compartida enriquece nuestra vida en tanto individuos, la pérdida de la memoria destruye la continuidad del yo, corta los lazos con el pasado y con los otros, y puede afligir al niño o al adulto maduro. El síndrome de Down, el mal de Alzheimer y la pérdida de la memoria que acarrea la edad son ejemplos muy conocidos de enfermedades que afectan la memoria. Ahora también sabemos que ciertos defectos de la memoria intervienen en algunas perturbaciones psiquiátricas: en la esquizofrenia, la depresión y los estados de ansiedad, el individuo carga con el peso agregado de una memoria defectuosa.
La nueva ciencia de la mente da sustento a la esperanza de que una mayor comprensión de la biología de la memoria permitirá luego tratar mejor su pérdida y el efecto de los recuerdos dolorosos que persisten. De hecho, esta nueva ciencia tendrá probablemente consecuencias prácticas en muchas áreas de la salud. No obstante, sus metas exceden el mero objetivo de remediar enfermedades devastadoras, pues pretende penetrar en los misterios de la conciencia, incluido el misterio supremo: cómo el cerebro de una persona crea la conciencia de un yo único y el sentido del libre albedrío.

lunes, 19 de agosto de 2013

DISLALIA



DISLALIA
 
Podemos definir la dislalia como un trastorno en la producción de sonidos articulados. En este artículo solamente voy a hablar de la dislalia de evolución, que no es más que el defecto de articulación normal en la evolución del lenguaje, ya que es en este campo donde podemos trabajar desde una intervención directa e indirecta. Hay que trabajar este defecto con prontitud ya que si el defecto persiste los órganos fonatorios pierden plasticidad y su corrección será más costosa.
Es la afección del habla más frecuente en la infancia, de pronóstico favorable en la mayoría de los casos, luego de la realización de un tratamiento logopédico oportuno.
Cuando hablamos de dislalias funcionales su finalidad es ya más correctiva que preventiva y los ejercicios tienen un componente menos lúdico. 

Clasificación de dislalias

Según las causas:

·        Dislalia evolutiva, corresponde a una fase del desarrollo infantil en la que el niño no es capaz de repetir por imitación las palabras que escucha, a causa de ello repite las palabras de forma incorrecta desde el punto de vista fonético. Dentro de una evolución normal en la maduración del niño, estas dificultades se van superando y sólo persiste más allá de los cuatro o cinco años, se puede considerar como patológicas.

·        Dislalia funcional, es un defecto en el desarrollo de la articulación del lenguaje, puede darse en cualquier fonema, pero lo más frecuente es la sustitución, omisión o deformación de la /r/, /k/, /l/, /s/, /z/ y /ch/.

·        Dislalia audiógena, esta alteración en la articulación es producida por una audición defectuosa provocando la dificultad para reconocer y reproducir sonidos que ofrezcan entre sí una semejanza, al faltarle la capacidad de diferenciación auditiva, dificultando la pérdida auditiva en menor o mayor grado la adquisición y el desarrollo del lenguaje, el aprendizaje de conocimientos escolares, trastorna la afectividad y altera el comportamiento.

·        Dislalia orgánica, son aquellos trastornos de la articulación que están motivados por alteraciones orgánicas. La dislalia orgánica puede ser de dos tipos:

- Disartria, recibe este nombre cuando el niño es incapaz de articular un fonema o grupo de fonemas debido a una lesión en las áreas encargadas en el lenguaje.
- Disglosia, la alteración afecta a los órganos del habla por anomalías anatómicas o malformaciones en los órganos del lenguaje son siempre causa de defectos de pronunciación. Sus causas están en malformaciones congénitas en su mayor parte, pero también pueden ser ocasionadas por parálisis periféricas, traumatismos, trastornos del crecimiento. Estas alteraciones pueden estar localizadas en los labios, lengua, paladar óseo o blando, dientes, maxilares o fosas nasales, pero en cualquier caso impedirán al niño una articulación correcta de algunos fonemas.

Orientaciones para la intervención

En relación con la intervención en este problema seleccionaremos los ejercicios que guardan relación con la causa de la dislalia:

-          Ejercicios de respiración, de soplo, de mejilla, mandíbulo, nasales, del velo del paladar, de labios, lengua.
-          Ejercicios de relajación
-          Ejercicios de discriminación auditiva y fonética

En cuanto a las orientaciones:

-          Hemos de tener en cuenta al niño en su totalidad y de éste con su entorno.

-          Tratamiento precoz.

-          Buscar el apoyo de los padres.

-          Una buena evaluación nos permitirá utilizar los ejercicios adecuados.

-          Elaborar un programa de trabajo.

-          Explicar al niño el proceso que vamos a seguir y el objetivo que perseguimos con ello. Buscar su colaboración.

-          Hacer sesiones motivadas, no monótonas.

-          Autoevaluación constante.

Algunos materiales

Espacio físico adecuado, una colchoneta, espejo, grabadora, materiales para trabajar: soplo, ritmo, discriminación auditiva, motricidad labial y lingual; libros de imágenes, libros de cuentos, algunos juguetes, alguna bibliografía, etc. También son convenientes: ordenador con algunos programas.

Estrategias a seguir en el tratamiento 

En función de la evaluación, seleccionar los ejercicios del tratamiento indirecto: labios, lengua, paladar, soplo, respiración, discriminación auditiva, etc. adaptado al caso.
  1. Indicar en una lámina y en el espejo el punto y modo de articulación.
  2. Seleccionar las estrategias concretas de corrección. Para cada problema de pronunciación hay algunas pautas concretas que es fundamental conocer y seleccionar a la hora del tratamiento.
  3. Buscar sensaciones propioceptivas.
  4. Una vez conseguido el fonema articularlo progresivamente en sílabas, palabras y frases.
  5. Lectura en voz alta.
  6. Lenguaje espontáneo.
Clasificación de los fonemas del español
  • Por la acción de las cuerdas: sonoros y sordos.
  • Por la acción del velo del paladar: orales y nasales.
  • Por el modo de articulación: oclusivos, fricativos, africados, nasales, laterales y vibrantes.
  • Por el punto de articulación: bilabiales, labiodentales, linguodentales o dentales, linguointerdentales o interdentales, linguoalveolares o alveolares, linguopalatales o palatales, linguovelares o velares.

lunes, 20 de agosto de 2012

Influencia de las emociones en el contacto físico



FUENTE | CORDIS: Servicio de Información en I+D Comunitario

  Un equipo internacional de científicos procedentes de Países Bajos, Italia y Estados Unidos ha descubierto que, cuando el encéfalo realiza la asociación entre contacto y emoción, esa asociación se inicia en la corteza somatosensorial primaria de este órgano. Hasta ahora en el ámbito de las neurociencias se creía que esta región respondía únicamente al contacto en sí, y no a su calidad emocional.



En un artículo publicado en la revista PNAS, los autores explican de qué manera midieron la activación encef alica. Hombres que se declararon heterosexuales se introdujeron en un escáner de imagen por resonancia magnética (IRM) y recibieron una caricia en la pierna en dos situaciones distintas.

En la primera, contemplaban un vídeo de una mujer atractiva que se inclinaba para acariciarles; en la segunda, era un hombre quien realizaba esta acción. Los hombres examinados describieron la experiencia como placentera cuando la asociaron al contacto con la mujer, y desagradable cuando pensaron que procedía de un hombre. Estas afirmaciones coincidieron con la actividad medida en la corteza somatosensorial primaria de cada sujeto.

Aunque los sujetos lo desconocían, en realidad en todos los casos fue una mujer quien realizó el contacto. Y sin embargo, su sensación fue diferente dependiendo de si creían que el agente era un hombre o una mujer. Dicha corteza respondió con mayor intensidad ante el contacto considerado femenino, incluso cuando los individuos veían un vídeo en el que se mostraba a una persona que simplemente se acercaba a sus piernas.

El estudio fue llevado a cabo por investigadores del Centro de imagen encefálica de Caltech (Estados Unidos) en colaboración con la pareja, también en el plano personal, Christian Keysers y Valeria Gazzola, neurólogos visitantes de la Universidad de Groninga (Países Bajos).

Según el profesor Keysers: "En el encéfalo humano nada es genuinamente objetivo. Nuestra percepción viene determinada, de manera profunda y sistemática, por lo que sentimos ante las cosas que percibimos."

Gazzola añadió: "De modo intuitivo, todos creemos que cuando alguien nos toca, primero percibimos objetivamente las propiedades físicas del contacto: su velocidad, su ternura, la aspereza de la piel. Creemos que sólo después, en una segunda instancia diferenciable y dependiendo de quién nos haya tocado, valoramos mejor o peor este contacto."

Gazzolla concluyó que los hallazgos de su investigación muestran que esta visión dividida en dos fases es incorrecta por lo que se refiere a la separación entre dos regiones del encéfalo. Su estudio demuestra que nuestra creencia acerca de quién nos toca distorsiona incluso la representación, supuestamente objetiva, de cómo fue el contacto con la piel.

lunes, 30 de abril de 2012

Aprender idiomas


¿El lenguaje es una capacidad innata del ser humano o es parte del aprendizaje?

Para los nativistas la capacidad de ver, oir, pensar y hablar son actos innatos o genéticos, en cambio los empiristas están convencidos de que el niño aprende a hablar porque imita a los adultos y porque tiene necesidad de manifestar sus necesidades y deseos. Según los empiristas el niño aprende el idioma de la misma manera que otras destrezas físicas y mentales, es decir mediante la conducta operante.

Todas las lenguas son equivalentes, esto es lo que denominamos principio de efabilidad, que  quiere decir que todo lo que se puede expresar en una lengua se puede expresar en otras.  Noam Chomsky postuló la idea de una gramática universal, Chomsky hablaba de la existencia de una estructura profunda común a todas las lenguas y una estructura superficial particular de cada una, todas las lenguas poseen sujeto, verbo y predicado, aunque su orden varía entre ellas.
En español se habla más rápido que en chino mandarín, pero la tasa de transferencia de información es la misma en todas las lenguas estudiadas. Se realizó un estudio con 7 lenguas diferentes, según el cual la tasa de transferencia de información es equivalente, en todas las lenguas, de igual manera es equivalente lo que expresan y la estructura del  lenguaje, a pesar de que pensemos que las lenguas que desconocemos son muy difíciles. 

La dificultad estriba más en el aprendizaje a una edad adulta de una segunda lengua, cualquier niño sin ningún tipo de dificultad de aprendizaje y con suficiente estimulación puede aprender cualquier idioma del mundo, aprende las estructuras gramaticales y el vocabulario con enorme rapidez, ya que nuestro cerebro está predispuesto para el lenguaje.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Cuando los ojos dejan de mirar ¿que imagen produce el cerebro?

Artículo del 10/11/2011 | Antonio Martínez Ron. La información.com

Un estudio demuestra que la imagen de un objeto que permanece en nuestra retina cuando cerramos los ojos no se reconstruye por la impresión de la luz en los receptores sino que se produce en la corteza visual del cerebro. En una serie de experimentos, científicos japoneses han demostrado que las formas que vemos en un ojo alteran la imagen residual en el otro.

El japonés Hiroyuki Ito estudia la percepción visual. La primera pista para su investigación se la dio un sencillo experimento consistente en comparar las imágenes que permanecen en la retina durante unos instantes después de cerrar los ojos. Cualquiera que haya mirado al sol, o haya hecho un juego de ilusión óptica, habrá experimentado el efecto. Miramos fijamente un punto de luz y, cuando se apaga y miramos un fondo neutro, la imagen permanece impresa en nuestra retina, como una huella de luz que tarda un rato en desaparecer. ¿Dónde se queda esta impresión? ¿Acaso son las células receptoras las que se quedan estimuladas temporalmente y producen el efecto?

A Hiroyuki Ito le llamaba la atención un aspecto concreto de este fenómeno conocido como "imagen residual". Si hacemos la prueba con círculos y hexágonos se da una curiosa circunstancia. Si miramos fijamente los círculos, cuando nos ponen un fondo neutro la impresión posterior aparece en forma de polígonos, generalmente hexágonos. Y viceversa, cuando se mira a los hexágonos algunas personas ven círculos sobreimpresionados en un fondo neutro. Es más, cuando añadimos movimiento a la escena el efecto se intensifica.

Para su siguiente investigación, Ito se propuso ir un poco más lejos y añadir nuevos estímulos. Para ello realizó tres experimentos. En los dos primeros mostró a los participantes una serie de círculos y hexágonos de colores durante intervalos de diez segundos y les pidió que indicaran que podían apreciar en la imagen posterior sobre fondo neutro. Como suele suceder, y ya hemos visto, lo normal era que los sujetos viesen hexágonos cuando les ponían círculos y viceversa.

En el tercer experimento el equipo fue más atrevido y quiso comparar los resultados al estimular los dos ojos de forma independiente. De este modo, mediante un visor binocular, el ojo izquierdo de los participantes contemplaba círculos, hexágonos y asteriscos rotando y el ojo derecho era expuesto a círculos estáticos. Cuando las imágenes desaparecían, al ojo derecho se le colocaba un fondo negro, para suprimir la formación de imágenes posteriores, y al ojo izquierdo se le ofrecía un fondo blanco, para potenciarlas. ¿Qué sucedía en el ojo derecho al apagar a pesar de no haber recibido estímulos de formas angulares? El resultado fue que producía hexágonos muy marcados cuando se proyectaban círculos en el otro ojo, formas redondeadas cuando se proyectaban hexágonos y una forma sin determinar cuando eran asteriscos.

El experimento, según sus autores, descarta que las imágenes posteriores aparezcan como consecuencia de un estímulo en la retina y sitúan el proceso en el cerebro. Si así fuera, no se entendería que se produzcan cambios en el ojo que no ha recibido el estímulo como sucedía en el experimento 3. Por decirlo de otra forma, la retina del ojo izquierdo no puede transferir información a la retina del ojo derecho sobre lo que tiene que ver, de modo que “el único sitio donde puede suceder esto es el cerebro”.

"Que la información que recibe un ojo es compartida con el otro a través del cerebro es un efecto bien conocido", asegura Ito. "Mis experimentos muestran que la imagen residual se forma en el cerebro donde la información de ambos ojos está disponible". "Después de ver la forma con un ojo", resume, "la información sobre la silueta se refleja en la imagen residual del otro ojo. A esto lo hemos llamado "trasnferencia interocular", un término técnico para entender el fenómeno".

La investigación, publicada en Psychological Science, pretende contribuir a comprender mejor el papel del cerebro en la visión y el papel determinante de la corteza visual en nuestra percepción. "Estas imágenes residuales podrían ser una herramienta para estudiar funciones cerebrales", nos dice el investigador japonés. "En el presente estudio sugiero que la detección de curvatura y bordes rivalizan en el sistema visual. Esto podría estimular a otros neurocientíficos a encontrar un paralelismo con la actividad de otras neuronas. También estamos buscando aplicaciones para la investigación médica".

Sobre el fenómeno de imagen residual ("afterimages") ya tenían bastante información los neurocientíficos. "Sabíamos que era debida al procesamiento que tiene lugar después de la retina, en el cerebro", nos explica Luis Martínez Otero, director del laboratorio de Neurociencias Visuales."Lo sabemos por ejemplo por la modulación en tamaño, por cómo cambia el tamaño percibido de la imagen residual de un punto luminoso cuando la enfocamos en paredes que se encuentran a distinta distancia de nosotros", explica. Este curioso fenómeno podría explicar incluso la conocida "ilusión de la luna", que hace que nuestro satélite parezca más grande cuando está cerca del horizonte.

Pero la novedad en este trabajo, explica Martínez Otero, está en "cómo cambia la percepción geométrica de las imágenes residuales, que contribuye todavía más a demostrar que el cerebro modifica la información que le envía la retina”. El hecho de que el cerebro transforme círculos en polígonos y viceversa puede tener que ver con la estructura de los mosaicos retinianos, lo que implica que, aunque el cerebro cambia la información que recibe de la retina, podría hacerlo basándose en un conocimiento implícito que tiene de la estructura de ésta. Es decir, el cerebro interpreta, pero las estructuras físicas influyen decisivamente en la información final.

domingo, 30 de octubre de 2011

Activación de pasillos neuronales

Descubierto el mecanismo por el que las células madre del cerebro pueden llegar a la corteza
EMILIO DE BENITO - Madrid - 20/10/2011

La idea de que el cerebro es un órgano estanco e inmutable ya no se sostiene. A los descubrimientos sobre su plasticidad se han unido recientemente los de que existen células madre neuronales. Y al complejo mapa se une ahora el descubrimiento de que existen pasillos neuronales que pueden llevar estas células hasta la corteza cerebral. El trabajo, en el que ha participado José Manuel García Verdugo, del Instituto Cavanilles de Valencia, se ha publicado en Nature.
Hasta ahora se sabía que en ciertas regiones del cerebro(los ventrículos laterales cerebrales) había células madre neuronales, pero estas solo llegaban al bulbo olfativo. El nuevo trabajo indica que hay otros caminos -los denominados pasillos- que las llevan a la corteza cerebral. Y este descubrimiento puede estar relacionado con el tratamiento de discapacidades intelectuales o, simplemente, con la mejoría de las capacidades de aprendizaje. Porque si bien regenerar el bulbo olfativo es una capacidad que en los humanos tiene poca importancia (no es el sentido por el que nos guiemos, y, de hecho, por eso el descubrimiento se hizo en animales no humanos, ya que estos canales se cierran a los siete años en los niños), que haya la posibilidad de estimular la llegada de repuestos a las zonas del cerebro relacionadas con el aprendizaje es mucho más importante.
El descubrimiento también podía servir para explicar algunas enfermedades o discapacidades intelectuales. "Cualquier alteración de este circuito migratorio podría ser, pues, la causa de enfermedades y trastornos neuronales con implicación del lóbulo frontal, como la esquizofrenia, el autismo, las adicciones en niños o la hiperactividad", indica el instituto, que cita a García Verdugo: "Hace poco tiempo, el descubrimiento de la existencia de células madre en nuestro cerebro, con la correspondiente neurogénesis adulta, supuso un giro de 180 grados a la forma en que la ciencia entendía el cerebro. Ahora, esta nueva información nos pone en condiciones de empezar a comprender algunas de las patologías cerebrales que afectan a las personas desde edades tempranas".
Como todos estos descubrimientos, su aplicación no va a ser ni mucho menos inmediata. Pero abre la puerta a estudios y posibles tratamientos de estimulación en niños con esos problemas (antes de que se cierren los pasillos).