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jueves, 15 de diciembre de 2011

Cuando los ojos dejan de mirar ¿que imagen produce el cerebro?

Artículo del 10/11/2011 | Antonio Martínez Ron. La información.com

Un estudio demuestra que la imagen de un objeto que permanece en nuestra retina cuando cerramos los ojos no se reconstruye por la impresión de la luz en los receptores sino que se produce en la corteza visual del cerebro. En una serie de experimentos, científicos japoneses han demostrado que las formas que vemos en un ojo alteran la imagen residual en el otro.

El japonés Hiroyuki Ito estudia la percepción visual. La primera pista para su investigación se la dio un sencillo experimento consistente en comparar las imágenes que permanecen en la retina durante unos instantes después de cerrar los ojos. Cualquiera que haya mirado al sol, o haya hecho un juego de ilusión óptica, habrá experimentado el efecto. Miramos fijamente un punto de luz y, cuando se apaga y miramos un fondo neutro, la imagen permanece impresa en nuestra retina, como una huella de luz que tarda un rato en desaparecer. ¿Dónde se queda esta impresión? ¿Acaso son las células receptoras las que se quedan estimuladas temporalmente y producen el efecto?

A Hiroyuki Ito le llamaba la atención un aspecto concreto de este fenómeno conocido como "imagen residual". Si hacemos la prueba con círculos y hexágonos se da una curiosa circunstancia. Si miramos fijamente los círculos, cuando nos ponen un fondo neutro la impresión posterior aparece en forma de polígonos, generalmente hexágonos. Y viceversa, cuando se mira a los hexágonos algunas personas ven círculos sobreimpresionados en un fondo neutro. Es más, cuando añadimos movimiento a la escena el efecto se intensifica.

Para su siguiente investigación, Ito se propuso ir un poco más lejos y añadir nuevos estímulos. Para ello realizó tres experimentos. En los dos primeros mostró a los participantes una serie de círculos y hexágonos de colores durante intervalos de diez segundos y les pidió que indicaran que podían apreciar en la imagen posterior sobre fondo neutro. Como suele suceder, y ya hemos visto, lo normal era que los sujetos viesen hexágonos cuando les ponían círculos y viceversa.

En el tercer experimento el equipo fue más atrevido y quiso comparar los resultados al estimular los dos ojos de forma independiente. De este modo, mediante un visor binocular, el ojo izquierdo de los participantes contemplaba círculos, hexágonos y asteriscos rotando y el ojo derecho era expuesto a círculos estáticos. Cuando las imágenes desaparecían, al ojo derecho se le colocaba un fondo negro, para suprimir la formación de imágenes posteriores, y al ojo izquierdo se le ofrecía un fondo blanco, para potenciarlas. ¿Qué sucedía en el ojo derecho al apagar a pesar de no haber recibido estímulos de formas angulares? El resultado fue que producía hexágonos muy marcados cuando se proyectaban círculos en el otro ojo, formas redondeadas cuando se proyectaban hexágonos y una forma sin determinar cuando eran asteriscos.

El experimento, según sus autores, descarta que las imágenes posteriores aparezcan como consecuencia de un estímulo en la retina y sitúan el proceso en el cerebro. Si así fuera, no se entendería que se produzcan cambios en el ojo que no ha recibido el estímulo como sucedía en el experimento 3. Por decirlo de otra forma, la retina del ojo izquierdo no puede transferir información a la retina del ojo derecho sobre lo que tiene que ver, de modo que “el único sitio donde puede suceder esto es el cerebro”.

"Que la información que recibe un ojo es compartida con el otro a través del cerebro es un efecto bien conocido", asegura Ito. "Mis experimentos muestran que la imagen residual se forma en el cerebro donde la información de ambos ojos está disponible". "Después de ver la forma con un ojo", resume, "la información sobre la silueta se refleja en la imagen residual del otro ojo. A esto lo hemos llamado "trasnferencia interocular", un término técnico para entender el fenómeno".

La investigación, publicada en Psychological Science, pretende contribuir a comprender mejor el papel del cerebro en la visión y el papel determinante de la corteza visual en nuestra percepción. "Estas imágenes residuales podrían ser una herramienta para estudiar funciones cerebrales", nos dice el investigador japonés. "En el presente estudio sugiero que la detección de curvatura y bordes rivalizan en el sistema visual. Esto podría estimular a otros neurocientíficos a encontrar un paralelismo con la actividad de otras neuronas. También estamos buscando aplicaciones para la investigación médica".

Sobre el fenómeno de imagen residual ("afterimages") ya tenían bastante información los neurocientíficos. "Sabíamos que era debida al procesamiento que tiene lugar después de la retina, en el cerebro", nos explica Luis Martínez Otero, director del laboratorio de Neurociencias Visuales."Lo sabemos por ejemplo por la modulación en tamaño, por cómo cambia el tamaño percibido de la imagen residual de un punto luminoso cuando la enfocamos en paredes que se encuentran a distinta distancia de nosotros", explica. Este curioso fenómeno podría explicar incluso la conocida "ilusión de la luna", que hace que nuestro satélite parezca más grande cuando está cerca del horizonte.

Pero la novedad en este trabajo, explica Martínez Otero, está en "cómo cambia la percepción geométrica de las imágenes residuales, que contribuye todavía más a demostrar que el cerebro modifica la información que le envía la retina”. El hecho de que el cerebro transforme círculos en polígonos y viceversa puede tener que ver con la estructura de los mosaicos retinianos, lo que implica que, aunque el cerebro cambia la información que recibe de la retina, podría hacerlo basándose en un conocimiento implícito que tiene de la estructura de ésta. Es decir, el cerebro interpreta, pero las estructuras físicas influyen decisivamente en la información final.

domingo, 30 de octubre de 2011

Activación de pasillos neuronales

Descubierto el mecanismo por el que las células madre del cerebro pueden llegar a la corteza
EMILIO DE BENITO - Madrid - 20/10/2011

La idea de que el cerebro es un órgano estanco e inmutable ya no se sostiene. A los descubrimientos sobre su plasticidad se han unido recientemente los de que existen células madre neuronales. Y al complejo mapa se une ahora el descubrimiento de que existen pasillos neuronales que pueden llevar estas células hasta la corteza cerebral. El trabajo, en el que ha participado José Manuel García Verdugo, del Instituto Cavanilles de Valencia, se ha publicado en Nature.
Hasta ahora se sabía que en ciertas regiones del cerebro(los ventrículos laterales cerebrales) había células madre neuronales, pero estas solo llegaban al bulbo olfativo. El nuevo trabajo indica que hay otros caminos -los denominados pasillos- que las llevan a la corteza cerebral. Y este descubrimiento puede estar relacionado con el tratamiento de discapacidades intelectuales o, simplemente, con la mejoría de las capacidades de aprendizaje. Porque si bien regenerar el bulbo olfativo es una capacidad que en los humanos tiene poca importancia (no es el sentido por el que nos guiemos, y, de hecho, por eso el descubrimiento se hizo en animales no humanos, ya que estos canales se cierran a los siete años en los niños), que haya la posibilidad de estimular la llegada de repuestos a las zonas del cerebro relacionadas con el aprendizaje es mucho más importante.
El descubrimiento también podía servir para explicar algunas enfermedades o discapacidades intelectuales. "Cualquier alteración de este circuito migratorio podría ser, pues, la causa de enfermedades y trastornos neuronales con implicación del lóbulo frontal, como la esquizofrenia, el autismo, las adicciones en niños o la hiperactividad", indica el instituto, que cita a García Verdugo: "Hace poco tiempo, el descubrimiento de la existencia de células madre en nuestro cerebro, con la correspondiente neurogénesis adulta, supuso un giro de 180 grados a la forma en que la ciencia entendía el cerebro. Ahora, esta nueva información nos pone en condiciones de empezar a comprender algunas de las patologías cerebrales que afectan a las personas desde edades tempranas".
Como todos estos descubrimientos, su aplicación no va a ser ni mucho menos inmediata. Pero abre la puerta a estudios y posibles tratamientos de estimulación en niños con esos problemas (antes de que se cierren los pasillos).

domingo, 28 de agosto de 2011

Lenguaje musical y cerebro

Artículo especial
M. Arias Gómez
Música y neurología

Servicio de Neuroloxía
Hospital Clínico Universitario
Santiago de Compostela (La Coruña)

La percepción y producción musical es una función particular del cerebro humano. La investigación en este campo está creciendo al contar con el apoyo de las modernas técnicas
de neuroimagen (tomografía por emisión de positrones y resonancia magnética-funcional). En la neurología clínica el interés por el fenómeno musical y los trastornos de su procesamiento ha sido menor. La música no es sólo una actividad artística, sino un lenguaje encaminado esencialmente a comunicar, evocar y reforzar diversas emociones.
Aunque es todavía un tema abierto, el procesamiento de la música es independiente del lenguaje común y cada uno utiliza circuitos independientes, pudiendo estar uno afectado gravemente y el otro prácticamente indemne. Por otra parte, dentro del procesamiento de la música podrían existir canales separados para los elementos temporales (ritmo), melódicos (tono, timbre, melodía), memoria y respuesta emocional. Los estudios de casos particulares de oído absoluto, amusia congénita y adquirida, epilepsia musicogénica y alucinaciones musicales también han contribuido al conocimiento del procesado cerebral de la música. El cerebro de los músicos profesionales muestra peculiares cambios en su anatomía y funcionalidad. Además del estrés y el dolor crónico, las distonías específicas de actos motores relacionados con la interpretación constituyen una parcela especial de la patología de los músicos que conciernen al quehacer neurológico. Escuchar y practicar música puede tener beneficios educacionales y terapéuticos.